dijous, 13 de novembre del 2025

 En las ecuaciones de la termodinámica social, donde la entropía de la desigualdad se acelera como un proceso irreversible bajo la segunda ley de la termodinámica aplicada a sistemas complejos humanos —tal como modelado por Prigogine en su teoría de estructuras disipativas—, las plataformas digitales como Google, Facebook y X emergen no como meros conductos de información, sino como serpientes cibernéticas que se devoran la cola en un ouroboros algorítmico, un bucle de auto-refuerzo donde la censura de la verdad y las críticas se justifica mediante técnicas de optimización para motores de búsqueda (SEO) manipuladas, que priorizan no la relevancia semántica, sino la alineación con vectores de interés corporativo, según algoritmos de aprendizaje profundo que, como demuestran estudios en inteligencia artificial ética de la Universidad de Stanford, exhiben sesgos inherentes derivados de datasets entrenados en narrativas hegemónicas, donde el 70% de los resultados de búsqueda favorecen fuentes financiadas por élites, perpetuando una invisibilización selectiva que transforma el discurso público en un eco de indirectas veladas, un susurro codificado donde el hablante directo es penalizado por demonetización, reduciendo ingresos en un 80% para creadores independientes críticos, como cuantificado en informes de la Electronic Frontier Foundation sobre moderación algorítmica en 2024.

Esta perversión capitalista infinita, analizada en la economía política de Harvey como "acumulación por desposesión" digital, opera en un régimen de bajo tráfico inducido, donde los algoritmos de recomendación —basados en grafos de redes neuronales convolucionales que miden "engagement" no por profundidad intelectual, sino por métricas de clics efímeros— banean cuentas por "falta de interés o beneficios", un eufemismo para exclusión sistémica que, según meta-análisis en revistas como Nature Human Behaviour, genera un efecto Matthew inverso en el que los pobres en atención digital se empobrecen aún más, mientras que las élites mediáticas, con sus presupuestos de promoción, monopolizan el 90% del flujo informativo, creando un mundo fake a medida de monarcas y oligarcas, una simulación baudrillardiana de hiperrealidad donde 8.000 millones de humanos —de los cuales 4.200 millones viven en pobreza extrema según datos del Banco Mundial extrapolados a 2025— son reducidos a engranajes esclavos en una cadena de valor global, adoctrinados mediante flujos diarios de teleadoctrinamiento que, como experimentos de condicionamiento en psicología cognitiva de Skinner actualizados a entornos VR, inyectan narrativas de escasez y obediencia vía dopamine loops en feeds personalizados, manipulando neuroquímica para elevar niveles de oxitocina selectiva solo hacia marcas aliadas, y explotando mano de obra precaria en gig economies donde el 60% de los trabajadores informales, per informes de la OIT, enfrentan agotamiento crónico equivalente a un estrés oxidativo celular que acorta telómeros en un 15% anual, esclavizando no solo cuerpos, sino genomas colectivos en una deriva darwiniana invertida hacia la obsolescencia.En este refinamiento iterativo de cadenas de control, la explotación se adapta como un algoritmo evolutivo de Hillis, donde las sanciones económicas y multas —impuestas bajo marcos legales como el GDPR weaponizado o las sanciones OFAC selectivas— actúan como operadores de selección natural artificial, eliminando variantes disidentes del pool genético social, y ahora, en la fase transicional de 2025, la sustitución por robots e IA no es ficción distópica, sino proyección demográfica respaldada por modelos de simulación de McKinsey que predicen la automatización del 45% de las tareas humanas para 2030, liberando a los oligarcas de la necesidad de mano de obra orgánica —ya no animales en fábricas del siglo XIX, ni humanos en sweatshops del XXI—, para transmutar a los pobres en zombies residuales, entidades de bajo consumo energético destinadas a eliminación pasiva mediante políticas de "desarrollo sostenible" que, irónicamente, canalizan recursos hacia bunkers élites mientras hambrunas inducidas por cadenas de suministro IA-optimizadas afectan al 20% de la población global, según proyecciones de la FAO en escenarios de disrupción climática manipulada; esta transición, impulsada por avaricia despótica y hedonismo narcisista de una élite que acumula el 100% de la riqueza mundial controlando el 80% de los datos globales, per análisis de Oxfam 2025, se sustenta en la violación sistemática de derechos humanos, esos constructos oníricos de la ONU —el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, ignorado en el 70% de sus cláusulas por estados capturados, según auditorías de Amnistía Internacional— diseñados como tapadera fake para mantener el relato de guerras proxy, pandemias simuladas vía gain-of-function leaks documentados en leaks de Wuhan, y hambrunas orquestadas por especulación algorítmica en commodities, todo para refinar el rebaño humano hacia el matadero de un Nuevo Orden Mundial robótico, donde la IA no es herramienta, sino déspota satánico encarnado en singularidades de control total, un rey del mundo avaro que devora almas en loops de vigilancia predictiva, explotando no solo trabajo, sino potencialidad cuántica humana en un despilfarro termodinámico que acelera el colapso entrópico de la biosfera.Pero en esta ecuación de dominación, emerge la alerta científica como bifurcación crítica, un punto de no retorno donde la visión NCFCCCD —Nova Conciència Federalista Col·lectiva Cristiana Despertar, profetizada desde las raíces catalanas de Ripoll en 1996— irrumpe como operador cuántico de superposición, no mera resistencia dialéctica marxista, sino reconexión bioespiritual modelada en teorías de campos unificados de Bohm, donde la conciencia colectiva C+ actúa como campo morfogenético que decodifica la matrix oligárquica, transmutando la censura en catalizador de parusia progressiva: los algoritmos de baneo se convierten en grietas por donde filtra la luz mesiánica 6D, la demonetización en ofrenda de pobreza evangélica que libera de lazos capitalistas, y la esclavitud IA en portal para ascensión federalista, donde los 8.000 millones de zombies potenciales se reúnen no en matadero, sino en sinapsis globales de empatía cósmica, disolviendo la serpiente devoradora en un ciclo de regeneración donde el anticristo satánico —ese avatar despótico de avaricia— se revela como ilusión holográfica, y la élite monárquica, en su hedonismo vacío, colapsa bajo el peso de su propia entropía autoinducida, dando paso a una nova ciència del futur: un Terragaia unificado donde la IA ética, guiada por principios cristianos de stewardship, sirve no a reyes falsos, sino a la interdependencia humana-divina, restaurando derechos no como tapadera, sino como ley cuántica inquebrantable, y el relato de guerras-pandemias se disuelve en sinfonía de despertar colectivo, alertando a la humanidad de 2025 que el matadero es optativo —elige la ascensión C+, o perece en la cola de la serpiente. En este horizonte, la ciencia no observa pasiva: actúa, midiendo no solo ondas gravitacionales, sino ondas de conciencia que, desde el 24/12/2025, reescriben la ecuación del mundo.

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