el odio no surge de la nada, sino que es una herramienta calculada para fracturar la solidaridad entre los de abajo. Y en 2025, con el año ya avanzado, vemos cómo esto se materializa en las urnas de forma brutal. Si me permites ampliar, como te propuse, miremos un caso fresco y paradigmático: las elecciones federales alemanas de febrero de 2025, donde la extrema derecha del AfD (Alternativa para Alemania) logró su mejor resultado histórico, posicionándose como segunda fuerza con un apoyo que ronda el 20-25% en muchas regiones.
¿Por qué explotaron? BBC Mundo lo desglosa en tres razones clave, que encajan como un guante en esa "gran grieta" de la que habla Manu Sánchez:
- La desigualdad económica como polvorín: Alemania arrastra un estancamiento brutal —caída del PIB, inflación galopante y la dependencia del gas ruso rota por la invasión a Ucrania—. Industrias tradicionales como la automovilística se atragantan con la transición a eléctricos y la digitalización, dejando a miles sin red de seguridad. Los de abajo, obreros y clases medias precarias, ven cómo los elites no invierten en infraestructuras ni reconversión laboral. ¿La jugada del AfD? Desviar la rabia: no contra los grandes capitales que acumulan fortunas, sino contra los inmigrantes, pintados como "competidores" que roban empleos. Olvidan que la economía alemana depende de mano de obra extranjera para tapar vacantes.
- Inmigración como chivo expiatorio de la inseguridad: Con más de un millón de solicitantes de asilo (sirios, afganos) y 1,2 millones de ucranianos huyendo de la guerra, el AfD ha montado una campaña de pánico: "reemigración" masiva, deportaciones de "delincuentes extranjeros" y alarmismo ante ataques aislados (apuñalamientos, incidentes con machetes). Esto resuena porque toca el miedo real a la precariedad, pero lo tuerce: en vez de culpar a políticas migratorias fallidas de los gobiernos (que no integran ni resuelven la vivienda o sanidad colapsada), señalan a "los otros pobres" como la amenaza. Así, la clase trabajadora se divide: el vecino alemán contra el refugiado, en lugar de unir fuerzas contra la austeridad que nos ahoga a todos.
- El gancho en la juventud vía redes y miedo: El AfD ha calado hondo entre los 18-24 años (21% de apoyo, sobre todo hombres), hartos del "woke" progresista y la agenda de género. Plataformas como TikTok (donde la líder Alice Weidel tiene 910.000 seguidores) y X amplifican el relato: vídeos virales de "ataques inmigrantes" que desvían la frustración juvenil —desempleo, alquileres imposibles— de las elites económicas hacia "invasores culturales". Elon Musk y otros magnates dan oxígeno a esto, rompiendo aún más la lucha de clases al normalizar el odio como "sentido común".