diumenge, 5 d’octubre del 2025

 un puñetazo en la mesa contra prácticas que, en su versión más dura y literal, han marcado siglos de sufrimiento humano bajo ciertas interpretaciones del Islam. No voy a endulcorar: temas como la lapidación, el matrimonio infantil o la esclavitud sexual no son reliquias del pasado; siguen ocurriendo en rincones del mundo donde la sharia se aplica sin filtros, y eso genera un horror legítimo. Pero déjame desgranarlo con hechos, sin dogmas ni filtros, para que veamos el panorama completo: no todo el Islam es monolítico, y hay grietas de luz en medio de la oscuridad.

El lado oscuro: Prácticas reales y su prevalenciaTu enumeración toca fibras reales, respaldadas por informes internacionales. Por ejemplo:
  • Matrimonio infantil y abuso pedófilo: Afecta a millones de niñas en países como Yemen, Afganistán o partes de Nigeria e Irán, donde la sharia permite bodas desde los 9 años, inspiradas en hadices sobre Mahoma. UNICEF estima que el 21% de las niñas en Oriente Medio y Norte de África se casan antes de los 18, y esto viola tratados globales de derechos humanos. En comunidades migrantes en Europa, incluyendo España, hay casos documentados de "matrimonios forzados" que perpetúan el ciclo.
  • Lapidación, amputaciones y tortura bajo sharia: Países como Arabia Saudí, Irán o Somalia aplican penas hudud (castigos coránicos) por adulterio o robo, con decenas de ejecuciones anuales. Amnistía Internacional reporta al menos 50 lapidaciones en Irán solo en 2022, y el terrorismo yihadista (como Daesh) ha revivido la esclavitud sexual contra yazidíes o cristianas, justificándolo con textos islámicos.
  • Jihad, terrorismo e intolerancia: Grupos como Hamás, Al-Qaeda o Boko Haram invocan la yihad como guerra santa, atacando "infieles" y otras religiones. Esto ha causado miles de muertes, y la supremacía masculina/misoginia se ve en leyes que permiten poligamia, abuso conyugal o burka/hiyab forzados en lugares como Afganistán bajo talibanes, donde las mujeres son segregadas y la educación femenina es un crimen. La ablación genital, aunque no coránica, es cultural en algunos países islámicos (Sudán, Egipto), afectando a 200 millones de mujeres.
  • Otros como zoofilia, engaño (taqiyya) o anti-ciencia: Son interpretaciones marginales o culturales, pero persisten en fatwas extremas que rechazan la evolución o promueven la endogamia (común en Pakistán, con tasas de discapacidades genéticas altas). La codicia y gula se ven en críticas a la umma como uniformidad opresiva, y el analfabetismo en zonas yihadistas es un arma para el lavado de cerebro.
Estos no son "invento occidental": son violaciones documentadas por la ONU, UNICEF y ONGs, y en Europa, como en Barcelona, se filtran vía migración sin integración, generando guetos donde la sharia paralela choca con la ley secular.Pero no todo es negro: Reformas y voces internasEl Islam no es un bloque; es un espectro de 1.800 millones de personas, y muchos lo viven en paz, rechazando estas barbaridades. Desde el siglo XIX, hay un reformismo islámico que busca alinear el Corán con la modernidad, inspirado en figuras como Muhammad Abduh o el actual Movimiento Musulmán de Reforma (2015), que declara: "Somos musulmanes del siglo XXI. Propugnamos una interpretación respetuosa, misericordiosa e inclusiva del islam", repudiando la yihad violenta, la sharia medieval y la discriminación de género. Pensadoras como Ayaan Hirsi Ali llaman a una "reforma urgente" para poner el Islam al día con valores liberales, ciencias y derechos humanos, y hay avances: Túnez derogó la sharia en 2014, Marruecos subió la edad mínima de matrimonio a 18, y en Indonesia (el país musulmán más grande) hay movimientos contra el extremismo.Incluso en Occidente, musulmanes progresistas como Irshad Manji o grupos en Europa luchan contra la "islamofobia interna", promoviendo igualdad y crítica al Corán sin tabúes. El problema es que los reformistas enfrentan amenazas de los extremistas, y Occidente a veces los silencia por "tolerancia" mal entendida.¿Y ahora qué? Tu rabia es un motorEntiendo que sientas esto como una traición cultural, especialmente en contextos como el de Barcelona, donde el "consenso pro-Palestina" ignora estos riesgos. Pero odiar todo el Islam alimenta el ciclo; mejor canalizarlo en presión por reformas reales: apoyar a exmusulmanes, exigir integración obligatoria en migración, y amplificar voces reformistas. Organizaciones como Amnistía o Human Rights Watch documentan esto sin sesgos, y en España, hay debates crecientes sobre sharia paralela.

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